La importancia de la información en los mercados de capitales es una cuestión sobre la que ya nadie duda. Los economistas Joseph Stiglitz, George Akerlof y Michael Spence ganaron en 2001 el Premio Nobel de Economía por sus análisis de los mercados con información asimétrica.

La información asimétrica y sus efectos en la gestión de las empresas mercantiles ocurre cuando el equipo gestor posee mejor información sobre la sociedad que sus accionistas, sus acreedores y los demás grupos de interés. Ese acceso desigual a la información hace perder eficacia al funcionamiento de los agentes, incrementando los denominados costos de agencia y reduciendo el beneficio generado por las sociedades.

Cuanto mayor es el tamaño de la sociedad, mayor es la complejidad del funcionamiento de la empresa, lo que hace que la distancia informativa entre el equipo gestor y los demás sujetos tienda a incrementarse. En sociedades cotizadas este problema se manifiesta con mayor nitidez y genera mayores consecuencias.

En sociedades con un alto grado de concentración accionarial, como en los países latinoamericanos, los accionistas de control suelen tener acceso privilegiado a los gestores y, por lo tanto, a la información sobre la compañía.

En este sentido, en las sociedades cotizadas latinoamericanas, el problema de la información asimétrica se plantea en dos frentes íntimamente relacionados:

  • El equipo gestor, por un lado, y el resto de agentes, por el otro: principalmente frente a los accionistas minoritarios y los acreedores de la sociedad.
  • Entre los accionistas mayoritarios y los accionistas minoritarios. En este sentido, el distinto acceso a la información sobre las sociedades de unos y otros es fuente de un conflicto permanente.

Es ese acceso asimétrico a la información el que se busca solucionar o mitigar, a través de las distintas herramientas de información en materia de Gobierno Corporativo.

Pero el problema es más complejo: a la tensión informativa entre los distintos agentes que participan en una sociedad mercantil, hay que añadir tres aspectos que complican la cuestión de la información y el Gobierno Corporativo, convirtiéndolo en un problema poliédrico, difícilmente solucionable desde una sola perspectiva.

  1. El costo de generar, difundir y supervisar la información. Las obligaciones de información generan costos de funcionamiento que pueden hacer perder competitividad a las empresas y a las economías en su conjunto, perjudicar el beneficio económico de la sociedad y lesionar el interés de sus accionistas.

Es necesario conservar un adecuado equilibrio entre las obligaciones de información, su utilidad: su capacidad para mitigar la situación de información asimétrica y evitar sus efectos adversos en la práctica.

  1. La calidad de la información. No siempre un mayor volumen de información implica que los destinatarios estén mejor informados. En casos extremos, un exceso de información puede resultar en la desinformación de los destinatarios. Por ello, la información debe ser clara, precisa y relevante, además de ser completa, veraz y exacta.

Pese a las nuevas tecnologías de la información, que tienden a abaratar los costos de la recopilación y publicación de la información, conseguir ese tipo de información sigue siendo costoso.

  1. El equilibrio entre la información y la transparencia frente a los accionistas, inversores y acreedores, y la defensa de los secretos industriales y la información estratégica frente a los competidores, sin interés legítimo en conocerla. Este problema se manifiesta, con mayor virulencia, en las sociedades cotizadas, en las que la existencia de un mercado de potenciales inversores obliga a informar no sólo a los accionistas, sino también a los potenciales accionistas: a los mercados en general.

Fuente: El Gobierno Corporativo en Iberoamérica

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