Dos décadas han pasado desde la publicación del Informe Cadbury que esbozó los lineamientos del sistema actual y ha tenido un impacto significativo en la reforma del gobierno corporativo en todo el mundo.
América Latina se caracteriza por tener avances y retrocesos en materia de buenas practicas de gobierno corporativo, los primeros pasos se dieron en la primer década del siglo, pero lamentablemente esto no alcanza, porque la regulación va por detrás de las necesidades y los países emergentes tienen una alta tasa de vulnerabilidad por sus huecos legales.
Desde mayo de 2010 Chile forma parte de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) esto implica una mayor exigencia para el entramado empresarial, pero a su vez, a mediano plazo, obtendrá una ventaja competitiva achicando la brecha entre las prácticas de las empresas chilenas con respecto a los estándares internacionales.
Afortunadamente en América Latina, con el apoyo de instituciones internacionales, regionales y locales, un puñado de compañías del sector privado han acompañado la evolución de los códigos, implementando practicas de buen gobierno corporativo, muchas veces anticipándose y aplicando el criterio de auto regulación.
El desafió de los países emergentes y en vía de desarrollo, es aumentar la capacidad local para implementar las practicas de buen gobierno corporativo, articular el apoyo internacional y promover las ventajas diferenciales para que nuevos países y organizaciones incorporen los estándares internacionales.
Si bien la práctica empresarial ha evolucionado considerablemente en los últimos veinte años, hay mucho por hacer para cubrir las brechas entre lo que se espera y lo que verdaderamente se implementa.
El objetivo superador para todos los que trabajamos en temas de gobernanza, es lograr a mediano y largo plazo la convergencia en las reglas y buenas prácticas de gobierno corporativo.
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